Hay que aprovechar cada instante







La vida es disfrute, y para mí, uno de los mayores disfrutes de la vida,



además de mi familia y mis amigos, es un buen vino con unos ricos manjares,



y en un lugar difícil de olvidar. A partir de ahora, intentaré aportar recetas,



notas sobre buenos vinos (de aquí y de allá), Gin Tonics, interesantes hospedajes,



opciones de hostelería y lugares para visitar........con sus enlaces y



lo que todos querais opinar y aportar.........



miércoles, 28 de marzo de 2018

Oporto, puro encanto, máximo disfrute



Llevaba bastante tiempo con ganas de conocer la "segunda" ciudad de Portugal, y este pasado final de año se hizo realidad a través de un viaje familiar. Pues bien, aunque en alguna ocasión he dicho que Lisboa es una ciudad que me encanta, lo que hemos vivido y disfrutado en esta preciosa ciudad a orillas del Duero ha hecho que supere en mi ranking a la capital lusa.


Su encanto envuelve y te hace sentirte a gusto, dentro de esa sensación de imagen decadente, a la par que fascinante, de las ciudades portuguesas. Locales con sensacional decoración, dentro de distintas actividades y sectores (artesanía sensacional en corcho), entrañable gente que te atiende y ayuda (muy al estilo Madrid), el azulejo como referencia y un entorno cercano al río que impacta.


Lo principal por visitar está relativamente a mano, si bien disponen de una buena red de autobuses y tranvías para desplazarse, sobre todo a la zona de playas, donde uno no debe perderse los atardeceres en Foz y Matosinhos.


Nos alojamos en un precioso y recomendable apartamento (InSitu Living) a escasos metros del Mercado Bolhao, una de las puntas de la principal zona a visitar. Es un mercado cuasi decrépito, pero sorprendente en producto y que te atrae una vez te acercas a él. A escasos metros la principal vía comercial de la ciudad, Rua Santa Catarina, donde encontraremos el elegante y reconocido Café Majestic.




A menos de cinco minutos se encuentra el Ayuntamiento, donde arranca la Avda. dos Aliados desembocando en la Plaza de la Libertad. Desde la misma, girando a la derecha y tomando una empinada cuesta, se llega hasta la Iglesia de los Clérigos, con su imponente Torre, que merece la pena ascender (atentos, que son 225 escalones) para divisar la ciudad a ojo de pájaro (nosotros no tuvimos suerte, ya que la noche estaba plena de neblina).



Muy cerca de ella te topas con la Librería Lello (su restauración completa ha terminado recientemente, tras su apertura en 1906), aquella llena de magia y trampantojo (lo que parece madera es yeso casi en su totalidad), una de las más bonitas del mundo, y que sirvió de inspiración para distintos momentos de los libros y películas de Harry Potter; pequeña, pero maravillosamente envolvente, supone una entrada de 4 euros, que recuperas como descuento de algún libro que se adquiera, y no debe ser mucho ya que al día recibe unos 3.000 visitantes cámara en mano. A la espalda uno se adentra en la ruta de bares por Galerías, zona moderna y de gente guapa, con locales tan bonitos como llenos de calidad. Allí descubrimos The Gin House, con su encargada gallega, Montse, que nos permitió acercarnos al Gin-Tonic perfecto (casi 200 referencias de ginebra), entre música pop-rock y elegante decoración.




No debemos dejar de pasar por la Estación de Sao Bento y admirar ese delicioso hall, y por supuesto tampoco olvidarnos de la Catedral, impresionante en su emplazamiento y con magníficas vistas. Desde allí, y por la Rua das Flores, encontraremos multitud de agradables locales, para aparecer en la zona de Ribeira, a orillas del Duero, posiblemente la zona más emblemática y fotografiada de la ciudad, justo enfrente de la zona de bodegas (Vila Nova de Gaia).







Cualquier otro rincón y calle de la ciudad, en la zona antigüa, merece la pena recorrer, localizando sensacionales iglesias, edificios maravillosos y locales donde apetece pararse. Y, sin duda, sea la época que sea, hay que acercarse hasta Matasinhos, pasando a la ida o la vuelta por Foz do Douro, casi mejor al atardecer, con hermosas vistas desde la playa; lo aconsejable, desde mi punto de vista, es llegar hasta Matosinhos en tranvía o autobús, y luego volver caminando, sin prisa, con alguna parada en sus modernos "chiringuitos" playeros.






Pues bien, patear y conocer todos los rincones de la ciudad está muy bien, pero por descontado hay que dedicarle un rato (más bien extenso) en lo gastronómico y enológico, en esta ciudad que destaca por la variedad y gran nivel, a unos precios muy razonables.


Para disfrutar del mejor pescado y marisco fresco, la alternativa es sin lugar a duda Matosinhos, sea con elaboraciones a la parrilla (lo más característico) o en otros formatos. Muy buenas y diferentes opciones, desde aquí os recomiendo O Valentim, más moderno que otros, pero sin encarecer precios, y con máximo rigor y cuidado en sus platos y carta de vinos.


Ya en el mismo Oporto, las opciones hosteleras son variadas y todas interesantes. Desde clásicas tabernas portuguesas donde disfrutar de una buena franceshina (plato local y muy consistente, donde dos rebanadas de pan envuelven diversas carnes y cubierto de queso fundido y, a veces, coronado con un huevo), como A Regaleira (encontrarás pocos turistas), hasta locales de comida biológica y ecológica como la rústica Mercearia das Flores (donde la famosa industria conservera de la zona tiene su espacio, y muy colorido, con recetas de anguila o huevas de sardina, el "caviar portugués"), pasando por locales más modernos como Xico Queijo.





Pero donde todo resulta más agradable, quizá admirando los 172 metros del fabuloso puente de Don Luis I (ojo, que no es el que hizo Eiffel, sino un colaborador suyo, ya que es el de María Pía, un kilómetro al Este, el realizado por el insigne ingeniero francés), es en las cercanías y entorno de Ribeira, tanto a orillas del río como en las callejuelas que hasta allí te acercan, si bien hay que informarse bien, puesto que se mezclan locales de primer nivel con otros de corte más turístico. Al otro lado del Duero, en Vila Nova de Gaia, merece la pena la Taberna do Manuel, sea para disfrutar en su terraza de buen vino de Oporto o para una comida sencilla, pero correcta.




Mención final a dos locales sensacionales, en la zona de Ribeira, de comida de buen nivel y un enfoque maravilloso hacia el mundo del vino portugués : Hablamos de The Wine Barrels, pero sobre todo de un lugar excepcional como The Wine Box, con unas 400 referencias de vino portugués, y todo por copas (a precio muy correcto), además de una notable cocina.




En definitiva, paseos tranquilos, charlas con los lugareños y buenos locales para disfrutar del producto de la zona. Es una ciudad maravillosa, para volver periódicamente, y siempre disfrutar.